En una entrevista
a El Confidencial, el directivo Pedro Serrahima, deslizó esta perla: "todas
las notas de prensa dicen gilipolleces". Raudo y veloz compartí en twitter
mi malestar por esta frase que ponía en solfa buena parte de mi actividad
profesional en los últimos 20 años. He de decir que el interpelado admitió,
con similar celeridad, su posible desliz.
Sin embargo, mi irritación inicial dio paso a
la reflexión sobre la percepción que, del oficio de comunicador, se tiene entre
los máximos responsables de las empresas españolas. Porque puede que en las palabras
de Serrahima, posteriormente matizadas, haya algo de razón.
De hecho, el propio Presidente de DIRCOM, José Manuel Velasco, ironizó
recientemente sobre el hecho de que si lo empresarios entendieran adecuadamente
la comunicación “ no haría falta nuestra Asociación”. Dijo esto después de
reivindicar, de nuevo, que los dircom deben aspirar a estar en los consejos de
administración, empeño que debería ser posterior al de realizar
adecuadamente su trabajo.

Porque, apremiados por
el clipping que sigue determinando el valor de su trabajo, los comunicadores
-dircoms o no- seguimos dedicando más tiempo a lo táctico que a lo estratégico,
a lo urgente que a lo importante. Y así no es de extrañar que el primer impulso
de un directivo pueda ser prescindir de la comunicación, poner en duda su
utilidad o calificar como “gilipollez” alguna de sus más básicas, y sin embargo útiles, herramientas.
Y es labor de los
comunicadores sacarle de su error…si podemos.