Hace días surgió la posibilidad de colaborar en
un medio online que se mostró interesado por mi forma de escribir y por los
contenidos que publico en este espacio.
En principio estoy abierto a este tipo de oportunidades, algo de lo que pueden dar fe medios como Ticbeat o Expansion.com. Los motivos
para aceptar o proponer estas colaboraciones son diversos y van desde la amistad al compromiso personal y profesional con cuestiones muy relevantes para alguien que, como yo, se dedica a la comunicación. Por ejemplo, la defensa
de la Prensa (incluso de la de papel) o la irrupción
del llamado periodismo de marca como interesante oportunidad de trabajo
para periodistas y comunicadores.
Otras webs especializadas en el ámbito en el que
desarrollo mi actividad profesional, como media-tics.com, sitiocero.net o topcomunicacion.com,
replican mis textos mediante el sencillo proceso de seleccionar lo que les
gusta y reproducirlo, citándome. En el caso de Sitiocero.net la cita va más
allá e incluso han elaborado una página de perfil diseñada
con mucho cariño, algo que no extraña en una comunidad impulsada por alguien como el chileno Mauricio Tolosa, hasta
donde sé, excelente comunicólogo
y persona.
Siempre he agradecido a estos medios su interés y
generosidad a la hora de ceder parte de su espacio a mis textos contribuyendo a
difundir algunas de mis ocurrencias entre sus lectores. Lo que escribo en mi blog está a disposición de quien desee utilizarlo
y sólo pido a cambio que se me reconozca la autoría.
Sin embargo, el caso que hoy comento es distinto,
pues el medio trataba de imponerme temática, estilo y plazos de entrega de los
textos. Me llamó la atención que, al comentar las características de la
colaboración, aclararan: “No hay prevista ninguna retribución, pero tu firma
tendrá mayor visibilidad”. He de confesar que, por momentos, mi ego me
tentó para aceptar una propuesta que podía mejorar mi posicionamiento en
Google :-) .
Por fortuna, según fueron avanzando las conversaciones, me caí del
caballo y ví la luz: decliné la oferta.
No era tan difícil. Yo no vivo del ejercicio del periodismo en medios
de información y mis apariciones puntuales en ellos son gratuitas ya que las
entiendo como una extensión o complemento de mi actividad profesional, unas
veces, o de mis intereses personales, otras. No creo que eso afecte a ningún
periodista porque el contenido y la intención de mis textos –que como he dicho,
están en mi blog a disposición de quien los quiera utilizar- sólo tienen que
ver con esta profesión en la medida en que, a veces, tratan de propiciar alguna
reflexión sobre su futuro.
Entiendo que un ofrecimiento así puede suponer un
“win to win” en casos como, por ejemplo, de profesionales desempleados que
necesiten algún soporte en el que publicar para no ser eliminados de las
agendas de los medios o, más importante, de las de sus fuentes. Esa visibilidad
puede facilitar la búsqueda de nuevas oportunidades y comprendo que cada vez un
mayor número de periodistas estén dispuestos a generar contenidos de manera
gratuita. Cada uno decide sobre su hambre.
En lo que a mí respecta, no necesito
más visibilidad de la que tengo y me puedo permitir renunciar a parte de ella
si lo estimo oportuno.
Y a pesar de ello, sucede con cierta frecuencia que me cuesta decir que no a propuestas en las que vislumbro posibles chispazos de diversión en mis sinápsis neuronales. Pero aquí también intuía cierta mala conciencia futura a cuenta de la ausencia de retribución por un trabajo que debía realizar un periodista integrado en una redacción.
Contenidos
que no se pagan pero se venden
Sirva esta anécdota personal para ilustrar una
tendencia creciente de gratuidad en la producción de contenidos que destruye toda la cadena de valor de los medios y, llevada al extremo, condena
al paro a muchos profesionales. Periodistas que exigen –o deberían hacerlo- una compensación
económica por su dedicación, talento y capacidad obtenida tras años de dura
formación y trabajo. Las asociaciones
periodísticas llevan ya tiempo alertando sobre este hecho y nunca viene de
más recordarlo.
Esta tendencia, además, choca con otra que parece
indicar –por lo menos en EE.UU- que, en el futuro más próximo, el
90% de la información digital de calidad será de pago. De confirmarse esta
deriva hacia el pago por contenidos en la red, se podría dar la paradoja de que se quedaran al margen del mercado de
la compra/venta de contenidos precisamente sus productores directos.
Y esto, más pronto que tarde, también afectará a medios que se verán en serias dificultades para convencer a alguien -lectores, suscriptores, inversores publicitarios..- de la necesidad de pagar o financiar contenidos "low cost". Me temo que la calidad de éstos guardará relación directa con el precio pagado por su elaboración.
En conclusión, mi marca personal ha perdido una
oportunidad de lograr mayor visibilidad pero mi persona se sigue mirando al
espejo con toda la paz espiritual que le
permite la calvicie que la corona.
Porque creo que el trabajo de periodista tiene valor y también precio. En mi caso, además, este convencimiento es casi una obligación profesional ya que el devenir del Periodismo está muy ligado al de la Comunicación.
Porque creo que el trabajo de periodista tiene valor y también precio. En mi caso, además, este convencimiento es casi una obligación profesional ya que el devenir del Periodismo está muy ligado al de la Comunicación.