“Mira
David, que no te digo yo que la rueda de prensa esa a la que me invitas no tenga
interés pero es que mi trabajo lo miden por clics y, aunque lo que contéis allí
sea de enorme trascendencia, no me merece la pena perder media mañana para
conseguir lo que puedo lograr en unos minutos con cualquier historia escrita a
partir de las tendencias de Google o cualquier lista chula de 10 cosas que tal”.
Palabras parecidas a éstas suenan de manera más frecuente, a cada día que pasa,
en las conversaciones que mantienen periodistas y comunicadores.
Los
primeros, sometidos a una presión asfixiante para conseguir elevar las cifras
de audiencia de su medio; y los segundos, sufriendo para hacer hueco a sus
informaciones, incluso a las que tienen valor real, en el espacio que dejan en
las webs los consejos de belleza, la receta perfecta para ganar el corazón de
la persona amada o las fotos robadas a un as del balón.
Informaciones que, dependiendo del
número de clics, retuits o me gusta registrados, incluso pueden encontrar su espacio en
el periódico de papel del día siguiente.
A los que
vivimos el ascenso y declive de la burbuja 2.0 a comienzos de este siglo nos
debería causar cierta sorpresa esta revalorización del término “páginas vistas”
que tan buena fortuna hizo entonces y que llevó al desastre a muchos proyectos
empresariales que, una vez alcanzada su “masa crítica”, fueron incapaces de “monetizarla”
de forma rentable.
Recuerdo que mi madre me preguntaba entonces de qué vivían
los portales de internet y yo contestaba recitando cifras de audiencias
millonarias y hablando de futuro, de innovación, de una sociedad conectada, de
conocimiento compartido, de Estados Unidos, de…”¿Pero todos esos os pagan?”,
decía ella, pobre ignorante digital. Y entonces yo le plantaba dos besos y daba
por finalizada la visita al hogar paterno con gesto enfurruñado.
Pues bien,
años después vemos a los medios repitiendo formas y fondos añejos en pos del
ansiado clic, esa cosa etérea de valor nunca desvelado -¿quién dijo que en Internet
todo es medible?-. Un valor dudoso que, sin embargo, pone precio a la cabeza de
ese periodismo huérfano de modelo de negocio. Medios que se alían con redes
sociales y que, quizás por eso de que el roce hace el cariño, cada vez se
parecen más a ellas, aunque en versión mutilada y menesterosa.
Frente a
eso, queridos medios de información, este humilde ciudadano os pide menos
noticias y más información, más silencio y menos ruido, más reflexiones y menos
flexiones de cuerpos esculturales a orillas de una playa paradisiaca. También
os ruego una publicidad menos molesta en internet, que cualquiera diría que se
trata de tapar con el tamaño y vistosidad de los anuncios los dedos que se
elevan en la red pidiendo turno para preguntar por su eficacia.
A cambio,
este humilde lector se compromete a pagar por la información de valor, la que ayuda a comprender este loco mundo en el que vivimos, la que impulsa los
cambios que pueden hacer de esta roca errante un lugar mejor para vivir. Y, sobre todo, estoy dispuesto a pagar por algo de silencio como el que sigue a este punto y
final.
No eres un "humilde lector".
ResponderEliminarEres gerente de comunicación de una multinacional. Y aunque no quieras, desde esa perspectiva está escrita este texto. No desde el prisma de un mozo de almacén que lee el 20minutos.com para enterarse un poco por encima de lo que pasa, o una enfermera que echa un vistazo el Vanitatis.
Y, desde mi punto de vista, ese es gran parte del problema, los clics, etc. No se piensa en los lectores, se piensa en los lectores que nos gustaría tener. Por eso, quienes son un poco más avispados escriben para los lectores de verdad. Listas, tendencias de Google, etc.
Todo muy confuso.
Precisamente lo que dices es el problema: los diversos públicos nos estamos encontrando cada vez más con una información uniforme, instalada en la irrelevancia. Tanto los que la buscan (o la buscamos de forma puntual) como los que no. El gerente, el mozo, el fontanero, la doctora, la abogada...empezamos a recibir un mismo producto. Y mira lo que ha pasado por la tele, aunque ahora seguiremos con el debate sobre qué fue antes el huevo o la gallina, la tv basura o sus audiencias..En fin, como dices muy confuso. Por fortuna, todavía hay pequeñas aldeas que resisten a los romanos.
ResponderEliminarDavid, cada vez más la comunicación digital va a estar unido a la publicidad nativa... si el banner de toda la vida no funciona, crees que éste puede ser la única manera de financiación del periodismo digital?
ResponderEliminarLa única no pero sí una vía importante, como ya empieza a serlo. Sobre todo si la tendencia creciente en el uso de adblockers continúa
EliminarSi la inversión publicitaria del papel se llevase al digital, probablemente 'los binarios' no tendrían que hacer ingenierías de 'clickbait' para financiar su actividad y conseguir los ingresos que merecen. Y si el lector estuviese más concienciado, realmente, del problema que existe, habría muchos más 'socios de lo digital'.
ResponderEliminarLa presión sobre el 'periodismo digital', creo yo, está haciendo ceder a más de los que debería ser admisible. Y las cabezas de los digitales tampoco están haciendo lo suficiente para encontrar alternativas a ese dichoso clic sumiso. Curioso que los papel-digital tradicionales 'convertidos' estén pagando a sus trabajadores digitales con los ingresos que se generan por el papel, mayoritariamente.
La opinión de un humilde. También lector.
Gracias Carlos, poco puedo añadir porque opino igual :-)
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