Los profesores Coy Callison y Trent Seltzer, de la Tech
University de Texas, y Patrick Merle, de la Universidad de Florida, han
publicado el resultado de su estudio sobre la percepción que tiene el público
general norteamericano de los profesionales de la Comunicación y las Relaciones Públicas.
Se llama Smart
Friendly Liars: Public Perception of Public Relations Practitioners Over Time y, en él, han
analizado los resultados de dos encuestas que realizaron en los años 2003 y
2012, lo que permite detectar la evolución de la opinión expresada a lo largo esos
10 años.
El estudio, a pesar de sus limitaciones, tiene interés porque trata de llenar un vacío en la literatura científica, que cuenta con valiosas
aportaciones de los profesionales de relaciones públicas, académicos y estudiantes, pero no
con la opinión del público en general. Y éste, a fin de cuentas, es el objetivo
último de la mayor parte de las acciones de comunicación.
Como apuntan en su estudio, aparecido
en el último número de la revista “Public
Relations Review”, el reto era preguntar por una profesión en cuya definición
no hay gran consenso, a menudo contaminada por la publicidad y el marketing, y
en cuya imagen impactan de forma negativa los mensajes difundidos desde medios
de comunicación –con frecuencia asociados a la idea de manipulación- o productos
de la cultura popular, como el cine o las series televisivas.
En general, y
es la buena noticia, los profesionales se
describen en términos positivos (aunque menos en 2012 que en 2003). Sin
embargo, la negativa percepción pública en lo que se refiere a los rasgos éticos no
debe pasarse por alto. Como bien señalan los autores, los profesionales de las
relaciones públicas harían bien en considerar las consecuencias a largo plazo que las dudas sobre su ética pueda
tener en el futuro de la profesión.
Para finalizar, quiero aclarar que hablo de este estudio realizado en EEUU porque no tengo constancia de que se haya planteado algo similar en España, y soy consciente de que sería muy aventurado extrapolar las conclusiones a nuestro país.
De hecho, dudo de que, en una encuesta similar realizada en España, los encuestados supieran distinguir la profesión de comunicador/relaciones públicas de la de portero de discoteca. Ignorancia que solo se podría atribuir a la incapacidad de los comunicadores para constituirse en personajes protagonistas en el devenir social.
De hecho, dudo de que, en una encuesta similar realizada en España, los encuestados supieran distinguir la profesión de comunicador/relaciones públicas de la de portero de discoteca. Ignorancia que solo se podría atribuir a la incapacidad de los comunicadores para constituirse en personajes protagonistas en el devenir social.