Casualidades
de la vida: poco antes de participar como ponente en Influence One, “primer
evento de marketing para influencers”, me invitan como tal a un acto organizado
por el Museo Thyssen
para “influyentes en twitter o a través de sus blogs”. Se trataba de una visita
exclusiva, de la mano de Guillermo
Solana, Director artístico del Museo, a las exposiciones dedicadas a Cézanne
y Regoyos,
que recomiendo fervientemente. Sin embargo, dado que no soy experto en arte, me
centraré en los aspectos relacionados con las buenas prácticas en comunicación
que formaron parte de esta experiencia.
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Primeros contactos vía Twitter |
Todo
empezó con un primer contacto a través de twitter, vía mensaje directo, al que
respondí con algunas preguntas que recibieron amables respuestas por parte de
Botoa Lefe, responsable de los perfiles en Twitter e Instagram del Museo.
En el día
acordado y a la hora prevista, los asistentes fuimos recibidos por el Director
de Comunicación del Museo, José María Goicoechea, que nos fue explicando el
objetivo de la visita hasta la llegada de Guillermo Solana, que iba a ejercer
de Cicerone por las salas de las exposiciones, abiertas a esas horas solo para
nosotros
Éramos
unos 15 los elegidos, algunos relacionados directamente con el mundo del arte y
la cultura –como Manuel Cuéllar,
fundador de El Asombrario, al que no
saludé por estas cosas del pudor, o Alejandra
Casado, Dircom en el Museo
Casa Lis- y otros de forma más indirecta, como José de la Peña, Borja Puig de la Bellacasa o Norma Dragoevich. Pregunté a Jose María Goicoechea por los
distintos perfiles de invitados y éste me explicó que respondían a la intención
del Museo de abrirse más allá de los círculos especializados en arte y cultura.
Buena respuesta.
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Recepción en el Museo |
Cuando
llegó, Guillermo Solana nos adelantó el recorrido que íbamos a realizar después
de hacer una pequeña introducción a modo de bienvenida en la que pidió
disculpas por organizar la visita un mes después de la inauguración de las
exposiciones y, por tanto, de su presentación oficial a medios de información y
críticos de arte. Lo justificó por problemas de agenda y puede que fuera así
pero, más allá de esa explicación –que, por otra parte fue de agradecer- me
parece que la dosificación de impactos de comunicación en exposiciones que se
prolongan durante meses es una buena estrategia.
Nuevos públicos, más visibilidad
Salpicó
Guillermo Solana sus palabras iniciales con comentarios sobre la crisis de la
prensa de papel y la necesidad de acudir a otros públicos para conseguir dar
visibilidad a las actividades del Museo. Oportunas y certeras palabras para
recibir a ese grupo heterogéneo de “tuiteros y blogueros”. Otro acierto fue
destacar que la publicación de alguna referencia a las exposiciones, aunque deseable,
no constituía una obligación para los invitados. Hechas las presentaciones,
comenzamos la visita.
Durante
las siguientes ¡dos horas y media! Solana y el equipo de comunicación del Museo
ejercieron de excelentes maestros de ceremonias, respondiendo a las preguntas y
dejándonos visitar las salas libremente, deteniéndonos allí donde nos apetecía
para fotografiar alguna obra o disfrutar de manera más íntima de algunos
cuadros.
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Explicaciones de Guillermo Solana |
Por su
parte, Solana nos iba explicando todos los detalles de las obras que nos encontrábamos
durante el recorrido, adornando sus comentarios con anécdotas, análisis
artísticos e incluso referencias bibliográficas o bromas.
Más importante que
todo ello fue la pasión desbordante que Solana consiguió transmitir en todo
momento, contagiándonos a los asistentes su entusiasmo y amor por el arte. Debo confesar que mis conocimientos pictóricos
son limitados y la experiencia fue casi una revelación ya que consiguió que
viera con otros ojos a Cézanne, un autor que nunca me ha entusiasmado, y a
Regoyos, al que no conocía. Confesé este hecho a Solana y éste respondió con indulgencia,
destacando que se trata de un autor prácticamente desconocido para aficionados
al arte de más de 40 años.
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El cuadro de la nueva comunicación, también por terminar |
La visita
discurrió de forma distendida y los comentarios del Director Artístico no se
limitaron a lo que íbamos contemplando sino que también incluyeron referencias
a los estragos causados por la crisis en el mercado del arte o a las
dificultades a las que se enfrentan instituciones como el Museo Thyssen a la
hora de organizar una exposición, incluso a su experiencia en Twitter y a la
sorpresa que, a veces, le causa la desvirtualización de avatares. Siempre
abierto a la conversación y a responder cualquier pregunta de los asistentes,
la labor como portavoz de Solana fue ejemplar.
En
resumen, me parece que esta acción de comunicación del Museo Thyssen supone un
ejemplo de buena práctica con influyentes por parte de una institución que trata
de abrirse así a un público menos especializado, dando respuesta adecuada al
surgimiento de nuevos nodos de información al margen de los medios
convencionales. Enhorabuena y aprendamos de ello.
Como
alguno de los cuadros de Cézanne, el paisaje de la nueva comunicación aún está
por definir pero es importante ir apuntando pinceladas para que la composición
final resulte equilibrada para los distintos públicos de interés.
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El autor junto a Guillermo Solana |