jueves, 14 de marzo de 2013

Sobre marca personal y marcas en la espalda

Recupero este texto publicado en el documento #perspectivaswellcomm 2013  que vio la luz hace días y cuya lectura os vuelvo a recomendar. Como ya sabréis, se trata de un texto colaborativo que reúne a algunos de los más reconocidos profesionales del mundo de la comunicación, el periodismo y la web social para reflexionar sobre las líneas que marcarán la evolución del sector en  los próximos meses. A mí se me ocurrió esta reflexión sobre marca personal, pensando en lo que está siendo mi actividad en este rincón digital.

Puse en marcha mi blog “Comunicación y otras chicas del Montón” sin pensar en mi marca personal, concepto que siempre me causa cierta urticaria intelectual. En la declaración de intenciones dije que mi espacio digital no aspiraba tanto a ser leído como a servirme de muro contra el que hablar en voz alta con la esperanza de hallar en el eco pistas de mí mismo.

Sin embargo, y a pesar de los objetivos iniciales, tan íntimos, he de reconocer que el hecho de verter ciertas reflexiones personales en el blog y de potenciar su difusión a través de redes sociales contribuyó a que, de forma progresiva, mi marca personal fuera tomando forma, incluso a mi pesar. Como anécdota diré que fue una diatriba contra cierto perfil de “gurús” 2.0 el primer empujón que recibí para precipitarme a ese mundo sobre el que expresaba mi desconfianza: el de los “influencers”.

Siempre he mantenido que, entre todos, debemos definir el discurso que construirá la sociedad del futuro. Sin embargo, me asalta la duda sobre qué cantidad de ego hay en ese interés por hacer públicas mis reflexiones.  Probablemente mucho, pero sirva como compensación a esta soberbia el riesgo creciente que supone para cualquiera esta apuesta por la translucidez. Porque no lo olvidemos: salir del armario analógico nos hace más vulnerables.

Y ése es el gran desafío que para mí supone la construcción de una marca personal: transformar esa vulnerabilidad en fuerza a través de un ejercicio responsable y constructivo de la libertad de expresión, superando el conflicto entre la marca y la persona, resolviendo la tensión entre lo que se puede decir y lo que hay que decir. En definitiva, huir de la idiotez sin dejar demasiados muertos en Google.

Ah, internet, ese gran territorio de libertad y desintermediación.