Recupero este texto publicado en el documento #perspectivaswellcomm 2013 que vio la luz hace días y cuya lectura os vuelvo a recomendar. Como ya sabréis, se trata de un texto colaborativo que reúne a algunos de los más reconocidos
profesionales del mundo de la comunicación, el periodismo y la web
social para reflexionar sobre las líneas que marcarán la evolución del
sector en los próximos meses. A mí se me ocurrió esta reflexión sobre marca personal, pensando en lo que está siendo mi actividad en este rincón digital.
Puse en marcha mi blog “Comunicación
y otras chicas del Montón” sin pensar en mi marca personal, concepto que siempre
me causa cierta urticaria intelectual. En la declaración de intenciones dije
que mi espacio digital no aspiraba tanto a ser leído como a servirme de muro
contra el que hablar en voz alta con la esperanza de hallar en el eco pistas de
mí mismo.

Siempre he mantenido que, entre todos, debemos definir el discurso que construirá
la sociedad del futuro. Sin embargo, me asalta la duda sobre qué cantidad de
ego hay en ese interés por hacer públicas mis reflexiones. Probablemente mucho, pero sirva como
compensación a esta soberbia el riesgo creciente que supone para cualquiera
esta apuesta
por la translucidez. Porque no lo olvidemos: salir del armario analógico
nos hace más vulnerables.
Y ése es el gran desafío que para mí supone la construcción de una marca
personal: transformar esa vulnerabilidad en fuerza a través de un ejercicio
responsable y constructivo de la libertad de expresión, superando el conflicto
entre la marca y la persona, resolviendo la tensión entre lo que se puede decir
y lo que hay que decir. En definitiva, huir
de la idiotez sin dejar demasiados muertos en Google.
Ah, internet, ese gran territorio de libertad y desintermediación.