miércoles, 16 de enero de 2013

Una miaja de apechusque


“No te pongas (enferma) a las nueve que no te vale el santolio..como te dé una miaja de apechusque, la roscas”. Con estas sencillas declaraciones, una mujer de Honrubia (segundo 19 de este video) hacía trizas ayer todos los argumentarios elaborados por el equipo de comunicación de uno de nuestros gobernantes para justificar otro recorte en eso que se dio en llamar Estado de Bienestar.

Porque, frente a términos como racionalización, reestructuración de costes, austera eficiencia, nueva jerarquización de prioridades u otros tantos que hacen fortuna en estos tiempos de perversión, también lingüística, aún resulta eficaz la palabra sin desbastar. La palabra que trata de describir la realidad, o por lo menos una de las realidades posibles, mirándola a los ojos.

La imagen de una mujer en edad avanzada que expresa su miedo a perder un servicio sanitario apoyándose en unas muletas, desde un pueblo de la España rural, con palabras apenas comprensibles para los que somos de ciudad, me resultó más conmovedora que todos esos “storytellings” elaborados en despachos por consultores políticos.

Olvidamos que a cada realidad le corresponde un lenguaje. En estos tiempos de ríspidos titulares, de seca cotidianidad, quizás la mejor palabra sea la más sencilla, la que busca mostrar y no demostrar, la que nos recuerda, sin afeites retóricos, que “como te dé una miaja de apechusque, la roscas”. Que es la única verdad incuestionable. 

O eso o el silencio.