“No te pongas (enferma) a las nueve que no te vale el santolio..como te dé una miaja de apechusque, la roscas”. Con estas
sencillas declaraciones, una mujer de Honrubia (segundo 19 de este
video) hacía trizas ayer todos los argumentarios elaborados por el equipo
de comunicación de uno de nuestros gobernantes para justificar otro
recorte en eso que se dio en llamar Estado
de Bienestar.
Porque, frente a términos como racionalización, reestructuración
de costes, austera eficiencia, nueva jerarquización de prioridades u otros
tantos que hacen fortuna en estos tiempos de perversión, también lingüística, aún resulta eficaz la palabra sin desbastar. La
palabra que trata de describir la realidad, o por lo menos una de las
realidades posibles, mirándola a los ojos.
La imagen de una mujer en edad avanzada que
expresa su miedo a perder un servicio sanitario apoyándose en unas muletas, desde
un pueblo de la España rural, con palabras apenas comprensibles para los que somos
de ciudad, me resultó más conmovedora que todos esos “storytellings”
elaborados en despachos por consultores políticos.
O eso o el silencio.