Entendedme, soy un comunicador de formación y
deformación periodística, o sea, que pierdo la cabeza por un titular con
gancho. En realidad, el verbo correcto para encabezar este texto sería
“innovar”..pero es que, de tanto usarlo en conferencias, sesiones de “coaching”
y saraos varios regados con gin-tonics, ese verbo está perdiendo significado. Además, no he podido evitar la atracción por el apocalipsis en el día del fin del mundo.
Más allá de mi tendencia al sensacionalismo, creo
que deberíamos empezar a dar por muerta una forma de comunicación que,
si bien tardará en desaparecer, hoy es como esa estrella que, aun después de
colapsada, sigue brillando en el cielo. Vamos, algo así como la prensa
tradicional, que ya ha desaparecido aunque sesudos tertulianos se pregunten qué
hacer para salvarla. Porque lo que fue ya no es, y para comprobarlo basta con echar un vistazo a la red o tirar de hemeroteca y de OJD.
Y es que ahí está la clave: los usos
habituales en los departamentos de comunicación corporativa siguen –en su
inmensa mayoría- respondiendo a una realidad mediática que tiende a la extinción.
Como las ovejas en las cañadas reales, el peso de la historia nos empuja a un
pasto que se secó bajo el nuevo asfalto de un paisaje mutante.
El viejo DIRCOM –el del jamón serrano y copa de
vino español como estrategia de comunicación con la prensa, de papel y de la
capital del reino- se rasca la calva contando los días para
su jubilación. Mientras, el júbilo de otros profesionales ante los cambios que se están
produciendo es irrefrenable porque suponen una oportunidad para salvarse de la
progresiva irrelevancia. Ahora sí, la nueva comunicación se presenta como un
terreno fértil para el talento y la creatividad.
Dos virtudes que, con independencia de los soportes
de difusión, propios o ajenos, digitales o analógicos, son esenciales para captar
la atención en un entorno sobresaturado de información, en el que la
competencia entre empresas mediáticas y medios de empresas se endurecerá. Una
batalla que se librará, cada vez más, en escenarios
multipantalla y en movilidad.
Entrelazamiento social y comunicación cuántica
En ese entorno, los comunicadores deberán dar
respuesta a la necesidad de información de sus audiencias, que son tantas como
personalidades virtuales tengan cada uno de su miembros que progresivamente se irán agrupando en plataformas sociales de nicho.
Porque el
target ya no son sólo las personas, sino
las personalidades múltiples que
cada una de ellas tengan en el espacio digital. Y a esta nueva multiplicidad
de receptores corresponderán distintos mensajes, soportes, tiempos
de comunicación, etc. En definitiva, la narrativa transmedia como lenguaje de la modernidad.
Son malos tiempos para los medidores de intangibles,
ya que por mor de la complejidad creciente de la realidad digital, la comunicación se desliza hacia una suerte
de mecánica cuántica social en la que un mismo objeto puede ocupar simultáneamente
dos o más lugares en distintos planos del espacio -analógico o virtual- presentando, además,
diferentes cualidades.
Por si fuera poco, las reacciones que se pueden producir como resultado del entrelazamiento
social de distintos receptores en distintos planos tiende a lo imprevisible,
con lo que los resultados obtenidos en las mediciones de la KPIs responden más
a la definición de los mismos que a la realidad del acto de comunicar. Vamos,
el principio
de Heisenberg, aplicado a nuestro día a día.
La profundización en el “Big Data” puede
acudir en ayuda del comunicador para paliar esta incertidumbre, ya que facilitaría
estrategias de comunicación de precisión, mezclando mensajes de muy variada
naturaleza en un entorno hiperconectado.
En la definición de dichas estrategias digo yo
que algo tendrán que añadir los comunicadores a lo que puedan decir científicos
sociales, expertos en estadística, etc.
Bien es cierto que, si bien el Big Data ya fue
muy importante en la última campaña de
Obama, aquí tenemos empresas y partidos que saltan de alegría cuando consiguen
un #TT aunque el hashtag diseñado para la ocasión haya sido utilizado para
ponerles como chupa de dómine.
Pero, con ciertas carencias propias de estos
tiempos confusos y de la idiosincrasia local, parece que avanzamos hacia una sociedad en red que evoluciona
al ritmo que marca la tecnología, en
la que el talento interno de las organizaciones deberá ganar espacio
en el discurso colectivo.
Hablo también de presencia de empleados de primer nivel directivo, acostumbrados a exponerse en público en entornos controlados por sus departamentos de comunicación, que aquí hallarán un nuevo e interesante campo de actividad alejado de sus habituales zonas de confort.
Hablo también de presencia de empleados de primer nivel directivo, acostumbrados a exponerse en público en entornos controlados por sus departamentos de comunicación, que aquí hallarán un nuevo e interesante campo de actividad alejado de sus habituales zonas de confort.
Y es que hacen falta voces para construir la sociedad del
futuro y algunas de las más cualificadas se hallan en las empresas. ¿Un
nuevo objetivo a cumplir en el marco de las acciones de Responsabilidad Social
Corporativa?.
En fin, por ir concluyendo: toca abrirse bien de
orejas porque si el pasado de nuestra profesión fue divertido, el futuro lo
será aún más: La Comunicación Corporativa ha muerto, ¡viva la nueva Comunicación
Corporativa!
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Plácido, de Luis García Berlanga |
¡Y Felices Fiestas!. Nos vemos a la vuelta si es
que hay mundo al que volver.