viernes, 6 de julio de 2012

De redes sociales, bares, medios de información y partículas divinas


La frase “los bares están más llenos que las bibliotecas” no aporta datos sobre la posible influencia de los bares en los declinantes hábitos de lectura de la población. Sin embargo, sí parece sugerir una relación entre la popularidad de las tascas y la falta de interés por la cultura.

Sería un esquema parecido al del titular “Las redes sociales superan en visitas a las páginas informativas y blogs en España” que, por remitirnos a informaciones publicadas en estos últimos días, parece tener una intención similar a la afirmación “Dios está detrás de la partícula divina”

A mi modo de ver, hay detrás de estos titulares una intención aviesa que se manifiesta cuando se sitúan en un mismo plano realidades heterogéneas para hacer comparaciones imposibles.

Para añadir más confusión, la imagen sobre la supremacía del uso de redes sociales frente a la lectura de noticias que ofrece la AIMC es contradictoria frente a la última encuesta del CIS en la que se concluye que la lectura de noticias es el principal uso que la población hace de internet, sólo por detrás del correo electrónico.

En todo caso, la comparación entre redes sociales (así, en general) y sitios de noticias no se mantiene porque los usuarios de redes sociales sólo las usan para acceder a informaciones de actualidad en un porcentaje mínimo, con lo que no parece que las redes sociales se puedan definir como medios de información.

Si retomamos el ejemplo de los bares y las bibliotecas y relacionamos el número de visitantes con los hábitos de lectura de la población, deberíamos tener en cuenta el número de personas que leen libros en los bares frente a las que lo hacen en las bibliotecas. No el número de personas que hay en los dos distintos tipos de espacios públicos. 

Quizás cruzando estos datos podríamos llegar a la sorprendente conclusión de que hay más lectores en los bares que en los centros dedicados a la lectura y que, por tanto, la población sería mucho más culta si se abrieran más bares y se cerraran bibliotecas.

De la misma manera, si alguien quiere hallar alguna relación entre el momento declinante de la prensa y el auge de las redes sociales, debería analizar si se está produciendo un trasvase del acceso a la información a los entornos sociales digitales y, más allá de eso, si esta información que se comparte allí es ajena a los sitios de noticias tradicionales. Porque si no, lo que parece haber detrás es un intento de profecía autocumplida difundida por los que, precisamente, viven del auge de las redes sociales. Pero puede que yo sea un malpensado.

La aparición de nuevos soportes de información y relación afectan al papel tradicional de la prensa (on y off line) pero si ésta pierde popularidad no creo que sea porque compita directamente con los bares 2.0.  Más bien se debe a que, en los bares, a los clientes les resulta más enriquecedora la conversación, a menudo banal, con su compañero de mesa que la lectura del periódico con el que antes acompañaba el café.