¿Que hacemos con el papel?.
Pues la respuesta es complicada pero, en mi opinión, seguirá existiendo mientras
que tenga influencia. Y hoy la tiene. Además, este valor podría incrementarse
si los periódicos dejaran de publicar noticias del pasado y apostaran por el
producto fresco del análisis y la contextualización, también la opinión basada
más en hechos y menos en, por ejemplo, filias y fobias ideológicas.
Y otra idea a vuela pluma: ¿y
si se abandonara la estructura diaria por secciones y éstas se tradujeran a
días de la semana?. Imaginemos un lunes dedicado al análisis económico, un viernes
a la cultura, espectáculos y escapadas, un sábado al deporte.. Y la información
general, la del entorno, ya sea global o local, en la red con un modelo “freemium”,
quizás.
Una presencia digital que serviría
para obtener ingresos publicitarios, apoyar al papel y promocionar a las firmas
más destacadas que se ofrecerían en la plataforma digital común, cerrando así
el círculo de la “coopetición” entre grupos editoriales.
Mucho verbo en modo
condicional. Y el caso es que, como apuntaba antes, más allá de las
elucubraciones más o menos certeras de los múltiples teóricos que se afanan en
encontrar respuestas a esta cuestión, la condición “sine qua non” para la
superviviencia de la prensa es que existan consumidores de su producto.
Personas que reconozcan el
valor de la información y que estén dispuestas a pagar por ella. Público –y
aquí llega lo difícil- suficientemente numeroso como para mantener una
industria, aunque sea una industria pequeña.
Por
desgracia para la prensa, sólo contará con consumidores de sus productos si,
entre todos, revalorizamos el papel de la información, modificando estructuras
ya obsoletas y generando un ecosistema social, educativo, económico, cultural,
etc., comprometido con el progreso global y que precisa confinar entre sólidos
muros de conocimiento la evanescente futilidad.
Hablo de cambios en formas de pensar; de hecho, en volver a apostar por la razón y por las herramientas que permiten construir el pensamiento racional. Y en este entorno, la información siempre ha desempeñado un papel protagónico. Antes de sonreir ante la candidez de esta sencilla propuesta pensemos en si existe otra alternativa posible. En la respuesta a esta pregunta nos jugamos el futuro.